Rebelde con causa

El amor de Florian Bombard por la naturaleza y el medioambiente podría parecer natural viniendo de un hombre cuyo nombre te hace pensar precisamente en flores y plantes. Pero su pasión por el cuidado del mundo surgió mucho más tarde en su vida y creó muchas tensiones con su antiguo jefe. En Novartis, su activismo ecológico ha ayudado a avivar una revolución comunitaria.

Florian Bombard

Florian Bombard puede no parecer un rebelde a simple vista. No tiene tatuajes visibles, no lleva un corte de pelo a la moda, ni tampoco ropa estrafalaria. Pero este científico que trabaja en nuestros Institutos Novartis para la Investigación Biomédica tiene muchos rasgos que caracterizan a las mentes rebeldes: un fuerte sentido de la justicia, desconfianza hacia el statu quo y una energía incansable para cambiar las cosas. En su caso: la forma en que la industria farmacéutica gestiona los recursos. 

Todo empezó en su antiguo trabajo en Francia, cuando había olvidado su propósito y cuestionó la gestión de los recursos naturales. Durante ese periodo, “me enfrenté con mi jefe y finalmente llegué al punto en el que dije ‘basta’, recuerda Bombard. Eso ocurrió hace más de 11 años y fue el punto de inflexión que provocó una larga fase de búsqueda espiritual. 

Su preocupación por la naturaleza, por el destino de las próximas generaciones y sus pensamientos sobre sostenibilidad se intensificaron cuando nació su hija mayor al mismo tiempo que se incorporaba a Novartis, en 2008. “Estuve años pensando en la manera en la que trabajamos en el laboratorio,” comenta Bombard recordando el momento en el que trató de escuchar y entender su vocación interior. “Empecé a leer más y a anotar mis ideas durante todos y cada uno de los trayectos en tren que hacía de Estrasburgo a Basilea durante 3 años. Fue un viaje profundamente personal que me permitió fortalecer mis convicciones y encontrar mi propio camino.” 

Movimiento de base 

En Novartis, todo empezó en un laboratorio de biología en 2012, cuando Bombard criticó abiertamente el hecho de que alrededor del 80% de los residuos no contaminados que se producían en el laboratorio eran de plástico que, por aquel ntonces, se tiraban sin más. Con la intención de cambiarlo, Bombard preguntó al responsable del edificio si podía poner un contenedor en la planta del laboratorio y en la sala de recogida de residuos del edificio para poder así deshacerse de ese material. 

En cuanto se colocaron los contenedores empecé a convencer a mis compañeros para que se unieran a mis esfuerzos de reciclaje. Y sus reacciones fueron positivas.

Algunos de los compañeros que se sumaron a sus esfuerzos fueron Frédérique Lafossas, Stephanie Pickett y Benjamin Martin, entre muchos otros, con quien Bombard creó el “Basel Green Team” un grupo que ofrecía recursos para empleados al que los colaboradores podían unirse voluntariamente para desarrollar y promover la visión, los objetivos y los valores de Novartis.

Globalizándose

Otro proyecto del “Green Team” que ha ganado impulso rápidamente ha sido el esfuerzo por deshacerse del plástico de un solo uso y pedir a los colaboradores que lleven platos reutilizables cuando vayan a comer. La idea empezó en Basilea, contando con el apoyo del departamento de Salud, Seguridad y Medioambiente de Novartis, y Bombard y sus compañeros fueron capaces de ampliar su alcance dentro de la empresa y encontrar seguidores en todo el mundo. 

El secreto de su éxito, dice Bombard, no es su propia fuerza innata, sino su capacidad para aprovechar el entusiasmo de los demás. “Aprovecho la fuerza de las personas que están motivadas, las conecto entre ellas y las ayudo a iniciar sus propios grupos. Cada uno de ellos da energía a todos los demás”, dice Bombard sobre los compañeros con los que trabaja. “No quiero gente obligada. Quiero personas que se ofrezcan como voluntarias”. 

Conectando personas 

Bombard sabe que solamente puede lograr su objetivo si consigue unir a las personas – sobre todo a los especialistas que realmente pueden efectuar el cambio en los laboratorios y las instalaciones de producción. 

“Soy un biólogo y mis habilidades y conocimientos son limitados cuando hablamos de desarrollar nuevos procesos”, admite Bombard. “Tampoco soy un hombre de negocios y realmente necesito a gente de diferentes departamentos para que se sienten juntos y desarrollen nuevas ideas.” 

Bombard encuentra su fuerza equilibrando los puntos de vista y encontrando personas con la mentalidad y las habilidades adecuadas. "Mi papel es conectar a las personas que tienen nuevas ideas y ayudarles a deshacerse de posibles obstáculos", dice. "Hasta cierto punto, mirando el recorrido de mi carrera, es una locura que yo tenga este rol. Mi proceso de aprendizaje ha sido complicado, pero tengo la esperanza de que podemos cambiar las cosas paso a paso". 

Este es uno de los regalos que podemos ofrecer a la próxima generación: cómo hacer que una empresa y nuestro mundo sean sostenibles.

Recursos finitos, necesidades infinitas 

"Este es uno de los regalos que podemos ofrecer a la próxima generación: cómo hacer que una empresa y nuestro mundo sean sostenibles. No solo para el mañana o la próxima generación, sino para los cientos de generaciones que vendrán después de nosotros", dice Bombard. 

Los problemas que tenemos hoy deben resolverse hoy para no poner en peligro a las generaciones venideras. Teniendo en cuenta esto, en un mundo de consumismo desenfrenado, gratificación instantánea y sobreventa de utopías lejanas, Florian Bombard no solo parece un rebelde, sino que lo es. Un rebelde con causa. 

Rebelde con causa: activismo ecológico que ha ayudado a avivar una revolución comunitaria.